En una de las visitas que tenemos de familias que vienen a conocer el nido vino un abuelito, el cual quedó maravillado al ver los juegos de los niños, su rostro se iluminó con una enorme sonrisa y me pregunto “¿no tendrán grupos para jovencitos como yo? Yo le respondo “claro, venga cuando quiera el juego no tiene edad”
¿Es el juego solo una actividad para niños?
El juego es una actividad espontánea y placentera donde se recrea y transforma la realidad, trayendo la experiencia interna y haciéndola dialogar con el mundo exterior. El juego en los niños y niñas es una función del desarrollo y es también un canal de aprendizaje, pues a través del juego los niños y niñas tienen la posibilidad de procesar el mundo, construir su psique, probar roles, reconocerse en comunidad, usar su imaginación para crear y recrear realidades; además de hacer uso de todos sus recursos corporales, mentales y emocionales y enriquecerlos mientras juegan. El juego va complejizándose a medida que los niños y niñas van desarrollándose pasando desde un juego exploratorio, funcional, simbólico a un juego con reglas ¿Qué duda cabe entonces que el juego en la niñez es fundamental? No hay niño y niña sin juego, ni juego sin niños y niñas, pero ¿qué pasa en la adultez? ¿acaso los adultos no podemos jugar porque ya estamos muy grandecitos?

Si te preguntaran cuales han sido tus juegos favoritos de pequeños, automáticamente una luz se enciende en tus ojos… ¡sonríes y la emoción te invade! Seguro empezarías a nombrar cada uno, recordando también con quienes los jugabas, cuando lo hacías y lo mucho que los disfrutabas. Es que el juego nos lleva a un estado especial y mágico, imprime huellas corporales y emocionales que se construyen desde el disfrute y la creación. El juego es una experiencia integral: incluye el cuerpo, la emoción la mente y el espíritu.
Si es tan mágico esto de jugar ¿por qué como adultos nos cuesta tanto? Aquí algunas posibles razones:
- El juego nos exige estar presentes con todas nuestras dimensiones atentas y vivas: cuerpo, mente, emoción y hasta el espíritu… pero nosotros los adultos usamos casi exclusivamente solo la mente y cerramos otros canales, entonces usar las otras dimensiones (corporal, emocional, espiritual) nos cuesta.
- El juego implica arriesgar, entregarse a la incertidumbre, atreverse a cambiar cada vez que se requiera y los adultos tendemos a querer controlarlo todo, mantenernos en nuestra zona de confort, evitamos cambios y transformaciones, nos aferramos a nuestros roles y rutinas. Además, el juego tiene como ingrediente principal la imaginación, la cual y con mucha pena a medida que crecemos queda postergada, cuando la imaginación es el inicio de cualquier realidad.
Sin embargo, hay valientes que logran atravesar las barreras de la mente y la necesidad de control y se alían con la imaginación dejándose guiar por ésta, entregándose al juego, y saliendo luego de éste, renovados y transformados. Es que al jugar no sólo transformamos los objetos, los lugares y las situaciones, sino también nos transformamos a nosotros mismos. El juego entonces es una experiencia total de creación y transformación.

Los adultos del Pez en la Luna sabemos que la mejor manera para atravesar esas barreras que nos impiden jugar es tomar la decisión consciente de dejarnos guiar por los niños, seguir sus iniciativas sin preguntar y casi con los ojos cerrados, dejar el control. Nuestros peces son maestros del juego y la re-creación.
¡Y como nunca es tarde para un cambio! Les proponemos que atraviesen sus barreras y jueguen en casa, con sus hijos, con sus parejas, que jueguen solos o acompañados ¡pero que jueguen! El juego despertará el niño o niña que llevan dentro, activando el cuerpo, la mente, la emoción y el espíritu. El juego permitirá relacionarse con otros desde la creación, construyendo una realidad con el otro en donde no hay reglas salvo la que acordemos, en donde todo puede ser posible. El juego renueva las relaciones humanas y lo hace a través del disfrute. El juego amplía el rango de respuestas para enfrentar la vida, activa la tu imaginación para crear nuevas maneras de mirar el mundo, construye nuevas conexiones cerebrales y ejercita el cuerpo.
Dense la posibilidad de explorar, darles nuevos usos a las cosas, asumir diferentes roles, jugar los juegos que jugaban de niños, ir por nuevos caminos ¡Jugar en la vida!
Shirley Documet