Ser madre es una experiencia única y diferente para cada mujer, hay tantas maneras de llevar la maternidad como mujeres hay en el mundo. Toda travesía materna está teñida de muchos colores, desde los más vivos y brillantes hasta los más opacos y oscuros.
Me enteré que sería mamá por primera vez cuando tenía 31 años, estábamos mi esposo y yo solos en España estudiando lejos de la familia. Cuando lo supe una emoción enorme me embargo, pero también me invadió una gran dosis de incertidumbre y temor que caló hasta mis huesos, me pregunté ¿y ahora cómo hago? Comencé a leer mucho sobre maternidad, desarrollo y demás cosas tratando de calmar esa incertidumbre, que con los años y varios hijos he aprendido que es parte de la crianza y que más importante que todos los saberes que acumulas leyendo es el saber conectarse con nuestra sabiduría interna, aquella que no está en ningún libro, sino que está en nuestro corazón y nuestra alma, aquella que nos permite mostrarnos sensibles, conectados y disponibles para nuestros hijos e hijas, con el cuerpo dispuesto y los poros de la piel abierta, la que conecta con nuestra intuición, instinto y nuestra capacidad para empatizar con otros. Aprendí también que un bebé recién nacido no necesita más que a su madre cerca, sensible y conectada para que desarrolle con él un apego seguro de manera que pueda crecer sano y feliz.
El apego es imprescindible en el desarrollo de un bebé. Este es un vínculo afectivo entre un bebé y su madre. Es un sistema de sobrevivencia, pues cuando un bebé viene al mundo no puede satisfacer ninguna de sus necesidades por sí solo, necesita un otro que lo haga por él. La madre construye a través del vínculo de apego un escudo protector que le brinda seguridad emocional y confianza, y que se convierte luego en un principio organizador del desarrollo y de la adaptación frente al estrés. La relación con la madre entonces es fundamental en los primeros años de vida. Winnicott, célebre pediatra y psicoanalista, mencionaba que la madre debe ser “suficientemente buena”, ni permisiva, ni negligente, pero tampoco abrumadora e invasiva; debe ser empática, dispuesta, conectada con su bebe para poder leerlo y no confundir ni proyectar sus propias necesidades en él. Esto es una función hermosa y esencial, pero no siempre es fácil de sostener, algunas veces fluye hermoso, pero otras resulta agotador y difícil, pues las madres también tenemos necesidades que tienen que satisfacerse y en ocasiones no siempre se canalizan adecuadamente.
¿Qué hacer para satisfacer nuestras necesidades como madres, canalizarlas de manera adecuada y así poder estar dispuestas para nuestros hijos? Así como él/la bebé necesita un apego seguro la madre también necesita el suyo, una relación de cuidado hacia ella, en la que pueda sentirse sostenida, acogida y acompañada en la crianza, que le ayude a satisfacer sus necesidades. La madre también requiere entonces de un apego seguro que le permita activar el propio escudo protector que ella ya construyó de bebe, activar esa seguridad emocional, fortalecer su amor propio, de manera que pueda entregarse al cuidado de su bebe libre, ligera, sin preocupaciones adicionales. Un cuidado que sea una suerte de placenta externa (Christiane Northrup, 2006) para la madre a partir de la que ella se pueda alimentarse emocionalmente para poder alimentar a su bebe, una suerte de despensa nutritiva para la madre.
A continuación, algunas ideas para mantener esta despensa nutritiva:
- Date siempre un tiempo para ti, para hacer lo que a ti te gusta o simplemente para no hacer nada
- Visualiza tus sueños, no los dejes de lado por ser mamá, el tenerlos presentes te permitirá estar conectada contigo misma, y cuando más te conectes genuinamente contigo tanto más lo harás con tus hijos
- Permítete ser ayudada
- Combina tus diferentes roles, puedes crecer en lugar de reducirte
- Disfruta del ser madre
- Entrégate a la incertidumbre, suelta expectativas, en la crianza hay muchas cosas inciertas, toma cada día como un aprendizaje
Nunca es tarde para darte un tiempo para ti, madre, para ir en busca de lo que necesitas, para enriquecer tu escudo protector y tu seguridad emocional. ¡Ponte a ti misma como parte de tu lista de pendientes!
Les dejo un extracto de un poema de Gioconda Belli:
Como si cada hijo mágicamente redujera la libido y no fuera la realidad exactamente lo contrario, cada hijo dejándonos más cerca de la vida, más proclives a la ternura, la piel más suave y el sexo más acogedor, es la falta de pan, de amor, la que desgasta, no el parto
Gioconda Belli, Prejuicios sobre la Maternidad
Shirley Documet