“Domina tus emociones”, “hay emociones que es mejor no expresar”, “cuando tengas un problema es siempre mejor separar las emociones para evitar dificultades”, “es mejor no expresar las emociones así estas se van”.
Seguro has escuchado estas frases en mas de una ocasión, todas ellas colocan a las emociones como un personaje con el que es difícil convivir, que debemos reprimir, esconder, hasta en algunas ocasiones desaparecer. Lo paradójico es que esto no es posible, las emociones son parte inherente del ser humano. La posibilidad de sentir y emocionarnos es lo que nos diferencia de los objetos. En los primeros años las emociones se expresan a través del cuerpo y del lenguaje no verbal. A medida que adquirimos y dominamos el lenguaje, este se vuelve un canal importante para señalar y nombrar emociones, pasando del cuerpo a la palabra. El lenguaje actúa de alguna manera como regulador de las emociones y permite ponerle nombre a aquello que sentimos y vemos.

Sin embargo, las emociones nunca deben perder su esencial corporal, pues si las definiéramos diríamos que son respuestas psico-fisiológicas que nos surgen ante algún estímulo, que representan modos de adaptación al mundo y predisponen a ciertas conductas. Es decir, sucede una situación y mi pensamiento realiza una interpretación la cual lleva a una emoción y predispone a una manera de comportarse. Por lo tanto, en función como interpretemos la realidad, nos vamos a sentir y luego actuar.Entonces, pensamiento y emoción van de la mano y se complementan. Sin embargo, lo que sucede en nuestro cotidiano es que separamos emoción de pensamiento y nos quedamos principalmente con el primero. Las emociones las rehuimos, las queremos controlar y si no podemos hacerlo las queremos desaparecer, lo cual, por supuesto es imposible, pues no es posible desaparecer aquello con lo que venimos de nacimiento.
Vayamos entonces por el camino contrario: acojamos nuestras emociones y encontremos en ellas oportunidades para auto conocernos y crecer. Las emociones les dan color a nuestros días, son la sal de la vida y la luz en la oscuridad. Las emociones nos distancia de la apatía, son un motor que nos permite responder y avanzar; son también el puente que permite vincularnos los unos con los otros, dándole forma y cualidades a estos vínculos. Los niños y niñas son pura emoción y cuando más pequeños más emoción envuelven. Las emociones no son ni buenas ni malas, las emociones existen como parte inherente del ser humano, están para transitar por ellas, para permitir que se expresen, para ser nombradas y señaladas.

En El Pez en la Luna, promovemos la libre expresión de las emociones, sin que estas expresiones dañen a otros o a sí mismos. Nuestra función como cuidadores es permitir la expresión de las emociones, acompañarlas, acogerlas, señalarlas, para aportar al autoconocimiento y al disfrute de estas. Cuando permitimos y acogemos, también permitimos y promovemos que los niños y niñas se conozcan y autorregulen.
Como padres y madres los invitamos a valorar las emociones, acogerlas y permitir que se expresen y se disfruten. A continuación, algunas sugerencias:
- Acoge tus propias emociones sin cuestionarlas, no las evadas ni las escondas ¡no se irán! mejor conócelas, transita por ellas y reconoce en este tránsito una oportunidad para el autoconocimiento. Lo mismo promueve en tus hijos e hijas.
- Permítete acercarte a tus emociones sin colocarles juicio de valor: buenas o malas, pues las emociones son humanas. Acompaña su regulación.
- Promueve la expresión de emociones en tus hijos e hijas, habla de ellas, comparte tus propias emociones: alegría, tristeza, miedo, molestia, etc. De esta manera, tus hijos e hijas reconocerán que es natural expresar y hablar de ellas, con cuidado al otro y a uno mismo, todo está bien ¡Muchas veces lo complejo y riesgoso no es la emoción en sí misma, sino la imposibilidad de expresarlas, comprenderlas y disfrutarlas!
- Las emociones no tienen género, todos podemos expresar las emociones que nos surjan independientemente de si somos hombre o mujer.
En El Pez en la Luna, las emociones, tanto como la imaginación y el juego, están presente, no hay juego que no se viva desde la emoción ni imagen que no se asocie a una manera de sentir y expresar.
Shirley Documet
Patricia Quichiz
Ella dice: Estoy molesta, no me hables.
Espero en silencio y despues de menos de un minuto dice:
Ya no estoy molesta, vamos a jugar mamá.
Shirley
Hola Patricia, esta muy bueno que tu hija pueda expresarte que esta molesta y que tu la acompañes y esperes.